miércoles, 13 de julio de 2011

La comunicación: hoy, mañana y pasado mañana


Las "nuevas tecnologías" abren multitud de posibilidades, sin perder de vista la esencia de la comunicación: emisor, receptor y mensaje.


Todas estas herramientas, basadas en la interoperabilidad y la colaboración, precisan de un responsable de comunicación que las dinamice, y decida en cada momento cuál es el canal más adecuado según los objetivos de comunicación que se persigan. Si bien Raymond Kurzweil, uno de los cibergurús más reconocidos, afirma que “en el 2029 los ordenadores tendrán la potencia de proceso equivalente a la de un cerebro humano”, la tecnología nunca podrá suplir nuestra presencia, para sacarle el máximo provecho a uno u otro canal de comunicación y evitar el riesgo de perder el control de lo que se está diciendo de nosotros, de nuestra reputación online, uno de los conceptos clave en la nueva manera de enfocar las estrategias de comunicación.
Hoy en día cualquier persona puede erigirse como crítico y volcar comentarios y opiniones sobre nuestros productos, lo que nos obliga a gestionar y moderar todas las entradas que se puedan producir relativas a nuestros intereses.
Conceptos como el crowdsourcing, del inglés crowd (masa) y sourcing (externalización), conocido como “tercerización masiva” o “subcontratación voluntaria” y consistente en externalizar tareas, que tradicionalmente realizaba un profesional a un grupo numeroso de personas o comunidad, a través de una convocatoria abierta, nos dan una dimensión de lo poderosas que pueden llegar a ser estas herramientas y de la importancia que tiene saber gestionarlas de manera ética y responsable.
Mañana y pasado mañana: web semántica y web ubicua, realidad aumentada y ciberantropología
La constante innovación tecnológica y el afán por comunicar nos han sumergido en una dinámica de reciclaje constante, en una evolución que puede parecer infinita. No es que la manera en la que comunicamos actualmente tienda a disociarse de la forma en la que tradicionalmente se hacía, sino que, como hemos visto anteriormente, ha explotado y han surgido y seguirán desarrollándose nuevas estrategias mucho más complejas y versátiles.
El mundo de la comunicación no se mide en términos geológicos, como podía entenderse hasta antes de ayer, es más un todo dinámico y biológico, una entidad viva que nos arrastra y nos obliga a saber obtener todos los beneficios posibles, aquí y ahora.
Si bien hoy estamos especulando sobre la evolución de los medios de comunicación tradicionales, prensa, radio, TV, de representaciones artísticas como la música, el cine o la literatura, y de cómo todos ellos se han visto superados por la entrada en escena de las “nuevas tecnologías”, todo ello ha quedado atrás ante la aparición de nuevas identidades digitales, como la web semántica, la web ubicua o la web total, que prometen desarrollarse como una verdadera tela de araña en la que todo esté interrelacionado, de manera que tanto los seres humanos como las máquinas tendrán influencia en la toma de decisiones o la entrada en escena de ciencias como la ciberantropología, que estudia la relación de la humanidad con las nuevas tecnologías, obligándonos a llevar los estudios antropológicos fuera del ámbito offline.
Esto no es ciencia ficción. No hemos terminado de asimilar conceptos como Web 3.0 y ya oímos hablar de la Web 4.0. Estamos maravillándonos con los videojuegos que nos permiten interactuar en un mundo virtual sin la presencia de un mando, cuando se nos viene encima la realidad aumentada (RA), que nos permitirá interaccionar con la máquina a lo Minority Report, abriendo multitud de posibilidades para el diseño, la publicidad y por supuesto, la comunicación entre personas o entre empresas y su público objetivo.
Pero todos estos conceptos no dejan de ser meras herramientas, la comunicación, en esencia, sigue siendo un emisor, un mensaje y un receptor, no deberíamos perder de vista esta premisa y deberíamos evitar vernos deslumbrados por el brillo que desprenden.

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